NI SUMISA NI OBEDIENTE
Millares de mujeres que desde el neolítico hasta nuestros días fueron raptadas, esclavizadas, quemadas, violadas, asesinadas, sin derecho a quejarse, a sublevarse, a enojarse, a defenderse, a levantar la voz. Por eso yo no quiero ser ni sumisa ni obediente. No hace mucho León Trotsky dijo: "Si en realidad queremos transformar la vida, tenemos que aprender a mirarla a través de los ojos de las mujeres."
martes, 4 de noviembre de 2014
Trata de personas en el autódromo
domingo, 21 de septiembre de 2014
Después de diez años se inicia juicio por desaparición de Andrea López
viernes, 12 de septiembre de 2014
"LAS SIRVIENTAS"
viernes, 29 de agosto de 2014
NO A LOS CONCURSOS DE BELLEZA
ANDREA LÓPEZ: A 10 AÑOS DE SU DESAPARICIÓN
Luego de diez años, el caso está por prescribir, a partir de la inoperancia, complicidad y conveniencia de los gobiernos peronistas. Purreta es parte del aparato punteril del oficialismo. En estos últimos 10 años pasaron tres gobernaciones y el Jefe de la Policía es el mismo desde 2001, sin embargo, Andrea nunca fue encontrada y Purreta goza de libertad.
Claramente, podemos ver como los gobiernos de turno, quienes ahora llaman a la aparición con vida de Andrea López, fueron, son y serán (mientras estemos inmersos en este sistema capitalista) los responsables políticos de los secuestros de mujeres y niñas para las redes de trata y cómplices de las muertes por violencia de género.
Sin ir más lejos, en 2012, el país entero presenció cómo los trece imputados por la captación, venta y explotación sexual de Marita Verón fueron absueltos en un fallo escandaloso dado por los jueces Piedrabuena, Herrera Molina y Romero Lascano quienes desecharon las pruebas, e incluso los testimonios de víctimas de la trata, mientras los acusados habían querido escudarse en que son dueños de “whiskerías” y no de prostíbulos. Al mismo tiempo, era puesta en evidencia la cercana relación del gobernador de Tucumán Alperovich, con la Chancha Alé, uno de los principales imputados en el secuestro de Marita Verón.
Esperar que sea la misma policía, que es la que lucra con las redes de trata y la prostitución, y cuyos miembros están involucrados en el 40% de las denuncias de violencia, salga a buscar a los responsables, es una hipocresía. No existe ningún acertijo indescifrable: los culpables y responsables “están a la vista” de quienes queremos ver. Pero el interés por (NO) desarmar estas redes es enorme, ya que cuantiosas sumas van a los bolsillos de quienes lucran con este negocio desplazando dinero entre “empresas” legales e ilegales.
Los funcionarios políticos, los jueces, los gobernadores, los grandes empresarios, las fuerzas represivas del Estado están implicados, forman parte, encubren o al menos hacen la “vista gorda” frente a este enorme negocio que se hace a costa de la vida de las mujeres.
Desde la agrupación Pan y Rosas estamos convencidas que solo la organización y la lucha de miles de mujeres para acabar con este sistema de opresión y explotación, que convierte nuestros cuerpos en mercancías, será la vía para erradicar la violencia de género, los femicidios, el secuestro, trata y prostitución de mujeres y niñas.
¡Basta de redes de trata y prostitución!!!! Basta de violencia hacia las mujeres!
¡Cárcel efectiva para Victor Purreta, y juicio a todos los cómplices de su desaparición!
¡Andrea López, Carla Figueroa y Sofia Viale presentes!
10-02-2014
BASTA DE VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES
REPUDIAMOS LOS DICHOS DE TAVELLA
Los policías y los guardias
como un campo para dejar caer con odio los garrotes.
Siempre vieron al pueblo con el ojo de afinar la puntería
...y entre elpueblo y el ojo
la mira de la pistola o la del fusil.
(Un día ellos también fueron pueblo
pero con la excusa del hambre y del desempleo
aceptaron un arma
un garrote y un sueldo mensual
para defender a los hambreadores y a losdesempleadores).
Siempre vieron al pueblo aguantando
sudando
vociferando
levantando carteles
levantando los puños
y cuando más diciéndoles:
“Chuchos hijos de puta el día les va a llegar.”
(Y cada día que pasaba
ellos creían que habían hecho el gran negocio
al traicionar al pueblo del que nacieron:
“El pueblo es un montón de débiles y pendejos-pensaban-
qué bien hicimos al pasarnos del lado de los vivosy de los fuertes”).
Y entonces era de apretar el gatillo
y las balas iban de la orilla de los policías y losguardias
contra la orilla del pueblo
así iban siempre
de allá para acá
y el pueblo caía desangrándose
semana tras semana año tras año
quebrantado de huesos
lloraba por los ojos de las mujeres y los niños
huía espantado
dejaba de ser pueblo para ser tropel en guinda
desaparecía en forma de cada quién que se salvó
para su casa y luego nada más
sólo que los Bomberos lavaban la sangre de lascalles.
(Los coroneles los acababan de convencer:
“Eso es muchachos -les decían-
duro y a la cabeza con los civiles
fuego con el populacho
ustedes también son pilares uniformados de laNación
sacerdotes de primera fila
en el culto a la bandera el escudo el himno lospróceres
la democracia representativa el partido oficial yel mundo libre
cuyos sacrificios no olvidará la gente decente deeste país
aunque por hoy no les podamos subir el sueldo
como desde luego es nuestro deseo”).
Siempre vieron al pueblo
crispado en el cuarto de las torturas
colgado
apaleado
fracturado
tumefacto
asfixiado
violado
pinchado con agujas en los oídos y los ojos
electrificado
ahogado en orines y mierda
escupido
arrastrado
echando espumitas de humo sus últimos restos
en el infierno de la cal viva.
(Cuando resultó muerto el décimo Guardia Nacional.
Muerto por el pueblo
y el quinto cuilio bien despeinado por la guerrillaurbana
los cuilios y los Guardias Nacionales comenzaron apensar
sobre todo porque los coroneles ya cambiaron detono
y hoy de cada fracaso le echan la culpa
a “los elementos de tropa tan muelas que tenemos”).
El hecho es que los policías y los Guardias
siempre vieron al pueblo de allá para acá
y las balas sólo caminaban de allá para acá.
Que lo piensen mucho
que ellos mismos decidan si es demasiado tarde
para buscar la orilla del pueblo
y disparar desde allí
codo a codo junto a nosotros.
Que lo piensen mucho
pero entre tanto
que no se muestren sorprendidos
ni mucho menos pongan cara de ofendidos
hoy que ya algunas balas
comienzan a llegarles desde este lado
donde sigue estando el mismo pueblo de siempre
sólo que a estas alturas ya viene de pecho
y trae cada vez mas fusiles.
Roque Dalton
NO AL AUMENTO EN CUOTAS.POR UN PLAN DE LUCHA NACIONAL
POR LA REINCORPORACIÓN DE LOS TRABAJADORES DEL GRUPO PLAZA Y CONTRA LA AGRESIÓN DE LA PATOTA DE LA UTA
Justicia por Sofía Viale
Carta al lector contra los dichos del cura Hidalgo
Santa Rosa, La Pampa, domingo 12 de agosto de 2012
Sr. Director/a
Jorge Rafael Videla fue el principal responsable en un genocidio que aplicó un plan sistemático de exterminio de obreros y estudiantes organizados contrarios al régimen, al servicio de aumentar los niveles de explotación de la clase obrera y las ganancias de los empresarios capitalistas.
Los militares no actuaban por iniciativa propia, ni estaban solos: fueron los llamados a concretar un plan de exterminio sobre la clase obrera combativa, los estudiantes y sus organizaciones de lucha; y para ello, entre tantas otras instituciones, contaban con el valioso apoyo de la Iglesia Católica. Los grandes empresarios fueron quienes pergeñaron el plan que exterminó a 30.000 compañeros. Para implementar su política de hambre y miseria, venían pregonando con sus llamados a terminar con la ‘guerrilla fabril’ (en frases del propio Balbín), la eliminación de toda una generación de dirigentes obreros y luchadores populares que había ganado masividad, fundamentalmente del Cordobazo en adelante. Secuestrar, torturar, violar, atemorizar, amedrentar, desaparecer de todas formas, fueron algunas de las acciones que llevaron adelante.
La cifra de criminales de la dictadura que se encuentran detenidos parece una broma de mal gusto: son sólo 486, de los cuáles un 42% tiene el beneficio de la prisión domiciliaria, un 3,7% no está en cárceles y un 1,7% cumple condena en centros sanitarios. Únicamente 196 fueron condenados, mientras 41 fueron absueltos. Sólo 1000 están procesados por delitos de lesa humanidad, una cifra insignificante si se calcula cuántas personas cumplían funciones en las distintas fuerzas durante la dictadura. Según un informe siguen en actividad 1048 oficiales y 3318 suboficiales de la marina que prestaban servicios entre los años ’76 y ’83.
La Iglesia Católica colaboró abiertamente en este genocidio, prueba de ello es la condena al cura Von Wernich quien era el encargado de darle la extremaunción a los militantes que eran arrojados al Río de La Plata. Por eso no es de extrañar que este y otros curas expresen su apoyo a genocidas como Videla
En Argentina hubo un genocidio, y no habrá olvido ni perdón hasta que el último de los asesinos sea encarcelado.
Mientras los partidos de izquierda y los movimientos de DDHH continuamos la lucha contra la impunidad de los genocidas y porque de una vez por todas se abran los archivos, para que sea de público conocimiento quienes fueron los instigadores de dicha masacre obrera y popular, continuaremos repudiando enérgicamente a estos siniestros personajes, como el cura Jorge Luis Hidalgo.
NO OLVIDAMOS, NO PERDONAMOS, NO NOS RECONCILIAMOS!!!!!
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS DESAPARECIDOS, PRESENTES, AHORA Y SIEMPRE!!
martes, 26 de octubre de 2010
Las cartas marcadas

Quemadas en la hoguera, acusadas de brujas, de tontas, de más débiles o de perfectas víctimas de un crimen pasional, las mujeres históricamente han sido objeto de un odio que no cesa. El libro del periodista Jack Holland publicado recientemente, Una breve historia de la misoginia (Ed. Océano), intenta poner en perspectiva cronológica un sentimiento que, compartido por hombres y mujeres, ha dejado y sigue dejando en desventaja y en situación de riesgo a la mitad del planeta.
Por Marisa Avigliano
“No sólo a los homosexuales no les gustan las mujeres, a casi nadie”, repite Peter Sellers mientras se mira en un espejo en el set de Woman Times Seven. Escenas desordenadas, fragmentos de películas pegados con la scotch de la memoria vaga compaginan un anuario misógino que nos acomoda boca abajo con las piernas cruzadas hacia arriba escribiendo la lista interminable en la que aparecen la ambigüedad poética, los mitos desenterrados y las más lejanas y amorosas obsesiones personales en la que figurará seguramente Jenny Colon, la Pandora de Nerval.
Pero después de hacer la lista o mientras tanto podríamos empezar una historia de la misoginia a partir de la entrada mujer en cualquier diccionario simbólico: en la esfera antropológica la mujer es el principio pasivo de la naturaleza y también es la sirena, lamia o ser monstruoso que encanta, divierte y aleja de la evolución. Con ese axioma, será fácil aventurarse en la patraña histórica con furia rauda.
Meses atrás se publicó en español Una breve historia de la misoginia, de Jack Holland (1947-2004) cronista político –indiscutido referente para conocer la situación de Irlanda del Norte–, narrador y poeta. Trabajó dos años en su breviario (“cuando los hombres se enteraban sobre el libro que estaba escribiendo me hacían un gesto de cabeza y un guiño, por el supuesto tácito de que me había dedicado a justificarla”), y murió en un hospital de Manhattan corrigiendo el manuscrito junto a su hija Jenny, prologuista y artífice de la edición del libro. Recuerda Jenny: “Mi padre adoraba la historia y adoraba a las mujeres. Estos son los dos factores que lo llevaron al tema de la misoginia, considerablemente diferente de las cuestiones políticas del norte de Irlanda a las que dedicó toda su carrera. A medida que escribía se iba quedando atónito ante la asombrosa lista de crímenes cometidos contra las mujeres por sus esposos, padres, vecinos y gobernantes (...) ¿Cómo se explican la opresión y la brutalidad contra la mitad de la población mundial por parte de la otra mitad, a lo largo de toda la historia?”.
Jack Holland se crió en Belfast y desde chico supo que en su barrio (después supo que en cualquier otro barrio, también) la palabra concha expresaba la peor clase de desprecio que una persona podía sentir por otra, recuerda Holland: “Si aborrecías a alguien, con llamarlo conchudo estaba todo dicho”.
ODIO ANTES DE CRISTO
El rastreo histórico de Holland empieza en algún momento del siglo VIII a. C. ¿Quién acunó al prejuicio? ¿La Grecia de Pandora? ¿El Génesis y su Eva? Las míticas chicas comparten el protagonismo, son el blanco móvil de todos los males, las responsables de todo el sufrimiento humano. Sí, la culpable de todo es Eva o Pandora o como quieran llamarla, qué importa el nombre si es mujer. La idea tardía de la creación, el bello mal, la letal raza femenina trajo todos los males, acarreó muerte, pecado y sufrimiento. Está dicho, los efectos malignos de la caída de la gracia los produjo la mujer.
Sigamos recorriendo las zonas del desastre, la emergencia de la misoginia en la Grecia del siglo VIII a. C. se produjo precisamente cuando declinaba la influencia de las dinastías basadas en familias; el poder pasó al cuerpo político de la ciudad-Estado. En aquellos días las mujeres romanas eran la pesadilla de los varones griegos porque desafiaban el dictado misógino que sentenció Pericles: “Una buena mujer es aquella de la que no se habla ni siquiera para elogiarla”, mientras las mujeres griegas caían en el olvido y eran mujeres sin nombre, las romanas sólo exhibían el suyo: Mesalina, sinónimo de sexualidad; Agripina, la de la ambición implacable, o Sempronia, la intelectual que aprendió a conspirar. Entonces... ¿se podía ser mujer en Roma? Sí, siempre y cuando esa mujer haya sobrevivido al infanticidio femenino o no se haya casado. Egnatius Metellus una vez llegó a su casa y como encontró a su mujer tomando vino la mató a golpes con una maza, escribió V. Máximo y agregó: “No sólo nadie lo acusó de haber cometido un crimen sino que nadie lo culpó. Todos consideraron que era un ejemplo excelente”. Parece que los romanos heredaron la preocupación griega por la virtud femenina y la vincularon con el honor de la familia y el bien del Estado.
Ya entonces la misoginia estaba basada en el temor de lo que podrían hacer las mujeres si fueran libres. “Que la raza femenina no desarrolle su razón, porque eso sería una cosa terrible” (Demócrito).
ODIO A LA ROMANA
A medida que el Imperio Romano prosperaba primero y declinaba después, la búsqueda de sensaciones fue volviéndose cada vez más la clave de la imaginación romana y de sus manifestaciones más misóginas. Los combates de gladiadores en el Coliseo fueron un elemento central de esa búsqueda en la que ocasionalmente también participaban las mujeres. Amazonia y Aquilia luchaban sin cascos porque los espectadores querían verles la cara: “¿Cómo puede ser decente una mujer que se pone casco en la cabeza, negando el sexo con el cual nació?” (Sexta sátira, Juvenal).
En un costado de ese mismo Coliseo se levanta una cruz negra que recuerda a todos los mártires que murieron allí y que fueron en su mayoría mujeres atrapadas entre el poder y la complejidad misógina del cristianismo.
En 412 d.C. Cirilo, obispo de Alejandría y más tarde canonizado santo, arengó en el estertor de uno de sus sermones a una turba excitada para que atacara la academia de Hipatia, acusada de artes satánicas. (Hipatia era hija del matemático Teón y daba clases de música, filosofía y astronomía.) “La sacaron de su academia, la arrastraron hasta la iglesia Cesarión, allí la desnudaron y, sujetándola, la desollaron viva. Después entregaron sus estremecidos miembros a las llamas.”
Los cristianos habían pasado rápidamente de mártires a inquisidores. En los siglos siguientes el perfume del incienso eclesiástico empezaba a mezclarse con el olor de la carne de una mujer quemada. Para los inquisidores la explicación era sencilla: toda brujería nacía de la lujuria carnal, lujuria que en las mujeres era insaciable porque la boca del útero nunca logra satisfacerse. A lo largo de los años fueron quemadas vivas con mordazas de hierro y púas en la boca. Se pregunta Holland: “¿Cómo fue posible que las mujeres fuesen demonizadas durante años en una sociedad en la que el conocimiento y las artes estaban en los más fructíferos de los períodos y en la cual las revoluciones científicas, filosóficas y sociales de Europa no tardarían en trasformar para siempre la forma en la que la gente se veía a sí misma y al mundo?”
LA PALABRA JUSTA
Un prejuicio sobrevive en el tiempo mucho antes de tener nombre. Cuando se inventó la rueda la misoginia ya estaba dando cuatro vueltas en el aire. Pero la palabra apareció por primera vez en el Oxford English Dictionary en 1656 y se la definía como odio o desprecio hacia las mujeres. Misógino ya había aparecido en 1630 en un folleto titulado Swetman arraigned como respuesta a un texto escrito por Swetman en el que las atacaba y despreciaba.
La literatura, siempre considerada, nos muestra que la misoginia, el prejuicio más antiguo del mundo, nunca pasó de moda. Allí está siempre presente y actualizado en un texto de meloso elogio escrito por Clement Marot (1496-1544):
Bolita de marfil
en medio de la cual se encuentra
una fresa o una cereza,
cuando alguien te ve muchos hombres sienten
en sus manos el deseo de tocarte y sostenerte.
el mismo poeta que también escribió:
Seno que no es más que piel,
seno fláccido, como un pendón,
como un embutido,
seno con un feo labio grande y negro,
seno adecuado para amamantar
a los hijos de Lucifer en el infierno
Otros ataques como parte de una convención retórica fundados en gastados clichés perduraron como tradición literaria a lo largo de todo el siglo XVIII:
“¡Oh, rostro más vil! Y, sin embargo, me cuesta cuarenta libras al año de mercurio y huesos de cerdo. Todos sus dientes se hicieron en Blackfriars, sus dos cejas en el Strand y su pelo en Silverstreet. Cada rincón de la ciudad posee una parte de ella... Se desarma toda cuando se va a acostar, en unas veinte cajas, y alrededor del mediodía se vuelve a armar, como un gran reloj alemán.”
(fragmento en el que el capitán Otter describe a su esposa, Ben Jonson, Obras, Volumen I.)
Los ejemplos de misoginia cruzan trópicos y siglos pero la historia siempre se encargó de mostrarlo como un prejuicio demasiado obvio para reparar en él. Qué conveniente y qué cómodo. En distintas civilizaciones, en diferentes épocas, el registro histórico es muy claro: se considera algo perfectamente normal que los hombres condenasen a las mujeres o que expresasen su disgusto hacia ellas por el simple hecho de que eran mujeres.
Y EL ODIO CONTINUA
“Mientras se esperaba que las mujeres victorianas se mantuvieran por encima de ciertos aspectos de la naturaleza, se contaba también con que se sometiesen a la naturaleza de maneras que consideraban parte esencial del destino femenino. Una de ellas eran los dolores de parto. Desde hace mucho tiempo, los cristianos predicaban que ese sufrimiento era el castigo impuesto sobre todas las mujeres debido al pecado de Eva. Doscientos cincuenta años antes, durante el reinado de Jacobo VI (1566-1625), una tal Euphanie McCalyane, incapaz de tolerar los dolores del parto, le pidió a una partera, Agnes Simpson, que le diese algo para aliviar su sufrimiento. El rey se enfureció y mandó que se la quemase viva.”
Obviamente el pasado no monopolizó horrores ni torturas hacia las mujeres ni mucho menos, basta con recordar los abusos sexuales y el trato a las embarazadas, el robo de bebés nacidos en cautiverio durante la dictadura militar y el tiempo que se ha tardado para que estos crímenes, concretamente el de la violencia de género, fueran considerados de lesa humanidad. En los comienzos del siglo XXI, una de las desertoras de las prisiones de Corea del Norte, Sun-ok Lee, actual investigadora en economía, contó en su libro Los ojos brillantes de las bestias sin cola, que estuvo detenida en Kaechon, donde el 80 por ciento de las prisioneras eran amas de casa. Cuenta Sun-ok que compartía una celda de 5,8 metros de largo por 4,9 de ancho con otras noventa mujeres, que dormían en el piso, que se les permitía bañarse dos veces por año y podían ir al baño sólo dos veces por día en horarios establecidos y en grupos de diez. Escribe Lee: “Dos mujeres caminaban hundidas hasta las rodillas en el fondo de la fosa séptica para llenar de excrementos una cubeta de hule de 20 litros, sin otra herramienta que sus manos desnudas. Otras tres mujeres jalan la cubeta de hule desde arriba y vierten su contenido en un tanque de transporte”.
Escribe Holland: “En noviembre de 2003 Gary Leon Ridgway (el asesino del Río Verde), es declarado culpable frente a un tribunal de Seattle por haber matado a 48 mujeres –posteriormente confesó haber matado a 71–. Ridgway es considerado uno de los asesinos en serie más prolíficos en la historia criminal de los Estados Unidos. Si las víctimas de esa turbulencia asesina hubieran sido judíos o negros se hablaría de cuestiones raciales, filosóficas, en cambio cuando se trata de un Ridgway o de un Jack el Destripador se espera que las explique un psiquiatra”.
Mientras las religiones, la filosofía y el psicoanálisis mostraban desprecio por las mujeres, la historia nos iba enseñando que podíamos entender la indestructibilidad de la misoginia a través de cuatro palabras clave: generalizada, persistente, perniciosa y cambiante.
Para los misóginos las mujeres son el “otro” originario, el “no tú”, de modo que no hace falta viajar mucho para saber qué es la misoginia, basta con quedarse en la puerta de una escuela a la hora de la salida, mirar un programa político por televisión, hablar con un médico, con un jefe o con una jefa.
Mientras busca petróleo Occidente se persigna porque en el camino se encuentra con una de las piedras que mató a una mujer y vuelve a persignarse con una gran cruz en el cuello mientras canta un rap en el que las mujeres son todas putas o estúpidas pero tan bellas que sólo dan ganas de violarlas.
El breviario de Holland –apenas un intento de divulgación del prejuicio– abre el juego para pensar en la misoginia más allá de las clasificaciones temporales y geográficas. Allí están las mujeres recluidas en las tribus de las montañas de Nueva Guinea, en el Amazonas o detrás de un velo, obligadas a la clitoridectomía, asesinadas por dejar de amar a un hombre o mutiladas por no querer seguir cocinando. Días atrás el Tribunal Federal Supremo de los Emiratos Arabes Unidos ha sentenciado que un hombre tiene el derecho de castigar a su esposa y niños con la condición de que no deje señales físicas. No nos quejemos por los golpes, parecemos nenas...
La sed misógina está siempre esperando su ambrosía. Se la detectaba en el Imperio Romano, en las matanzas de Ruanda y en medio de la ciudad cuando acalorados señoras y señores dicen yegua en lugar de Cristina Fernández.
Todo está frente a nuestras narices, sólo habrá que componer una taxonomía misógina y develar el mayor enigma al que se asomaron sin éxito vieneses y austrohúngaros (Wittgenstein y Otto Weininger, autor de Sexo y Carácter, un hit de la misoginia de entre dos siglos, entre otros).
Una creciente admiración por la construcción del sexo épico –con sus menstruales proezas– nos obligaron en días pasados, cuyo único tema fue la minería, a pensar en que apaciblemente despóticos y misóginos nos vuelve la contumacia de la Madre Tierra, tal vez una consulta geológica revelaría la supervivencia animal de especies sexualmente analfabetas. ¿Es el sexo la gramática superior de la especie? Mientras pensaba en una respuesta recordé un verso de “Desnudo en barro” de César Vallejo: “La tumba es todavía un sexo de mujer que atrae al hombre”.
lunes, 25 de octubre de 2010
Ese Hugo que tanto Kieren
El 30 de noviembre de 1974, al pie del monumento a San Martín (Luro y Mitre, Mar del Plata) se congregaron los jefes de las bases Naval y Aérea, la Unidad Regional IV de la Policía Bonaerensey de la delegación de la Policía Federal, los máximos dirigentes de la CGT Regional, de sindicatos y de organizaciones como la CNU, el Comando de Organización y la Juventud Sindical Peronista, para hacer un minuto de silencio y descubrir esta placa en homenaje a los militares y policías caídos en la lucha contra la subversión (ver foto)
A la CNU y su aliada, la Juventud Sindical Peronista liderada por ese entonces por Hugo Moyano, se le atribuyen los asesinatos de la decana de Humanidades de la Universidad de Mar del Plata y de otros militantes de izquierda. Muchos de los integrantes de estos grupos fueron asimilados por la Triple A, bajo las órdenes de José López Rega y algunos, incluso, formaron parte de los grupos de tareas que secuestraron, torturaron, asesinaron y desaparecieron durante la dictadura militar.
AD
domingo, 24 de octubre de 2010
El debate que no se soporta

Fue el único taller donde se produjeron desmanes con forcejeos y rotura de vidrios. Les gritaron “putas” a las participantes y llegaron a tirar gas pimienta. Dijeron que llegaban para ayudar a las mujeres católicas.
Por Sonia Tessa
Mientras miles de mujeres ponían en común sus experiencias y saberes en los otros 54 talleres sin inconvenientes, el epicentro del Encuentro Nacional de Mujeres se trasladó ayer a la mañana a la escuela Sarmiento, de La Paz 45, donde se debatía sobre “Anticoncepción y Aborto”. Hasta allí llegaron unos cien hombres, que llevaban enormes crucifijos, a arrancar carteles y gritar lindezas como “putas” a las participantes del Encuentro. Faltaban 15 minutos para las 11 de la mañana, y unos 10 o 15 de esos muchachos ingresaron por la fuerza en la escuela, cuando es tradición del Encuentro que esté prohibida la presencia masculina. Rompieron vidrios y adujeron que sacarían a las mujeres católicas que estaban siendo agredidas en las comisiones. Incluso llegaron a tirar gas pimienta, además de empujar, pegar patadas y puñetes. Al punto que tres integrantes de la comisión organizadora sufrieron lesiones, y una debió ser hospitalizada. La enorme batahola terminó con la expulsión de las católicas y la llegada en masa al lugar de militantes de las agrupaciones de izquierda.
También llegaron los abogados de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Marcelo Boeykens y José Iparraguirre, quienes denunciaron la inacción policial. Incluso, a Boeykens, un oficial que se identificó como el jefe de la Departamental, de apellido Lazari, le pegó en la cara. “La situación fue muy tensa. Gente de la Iglesia Católica quería impedir que funcionara el taller. Era una patota de unos cien tipos que quisieron irrumpir, mientras la policía mostraba una pasividad total”, explicó Boeykens.
La manifestación de activistas –jóvenes en abrumadora mayoría– de partidos de izquierda que comenzó frente al colegio derivó en una asamblea al mediodía, en la plaza 1º de Mayo, en la que ese sector decidió impulsar un plan de lucha nacional para obtener la legalización del aborto, y una marcha para el 20 de octubre.
Tras lo sucedido, la comisión organizadora deslindó responsabilidades. “Aprovechamos la ocasión para denunciar y repudiar el violento accionar de sectores vinculados con la Iglesia Católica que irrumpieron agresivamente en la escuela Sarmiento”, dice un comunicado emitido ayer al mediodía, que afirma también: “Queremos hacer público nuestro rechazo al accionar de ciertos sectores que están dentro del Encuentro, pero que no participan del mismo sino que tratan sistemáticamente de romperlo, ocasionando incidentes, dañando edificios públicos e impulsando comportamientos que nada tienen que ver con la esencia del Encuentro. Estas acciones no favorecen al Encuentro sino que le juegan en contra y perjudican a las compañeras que viajaron cientos de kilómetros hasta Paraná para formar parte de esta experiencia”.
El conflicto en la escuela Sarmiento siguió por la tarde. Activistas de Pan y Rosas expulsaron nuevamente a las activistas católicas, al grito de: “Fuera la Iglesia del Encuentro”. Las echadas se quedaron en la vereda contraria, rumiando bronca y buscando cámaras para expresar su opinión. Una de ellas les gritó: “Se van a quedar sin sus Encuentros”.
Pocos metros más adelante, sentadas en la ventana de un almacén sobre la vereda contraria, dos chicas se quejaban. Analía y Mariela contaron que era su primer Encuentro, y después de los episodios vividos estaban decididas a no volver.
Espacio masivo, con miles de mujeres –este año se calcularon entre 25 y 30 mil– movilizadas, el Encuentro es un lugar privilegiado por muchos partidos, grupos autogestivos y organizaciones para hacerse visibles, así como impulsar sus políticas de género. Y además es una oportunidad única de miles de mujeres para encontrarse, compartir experiencias, hacerse visibles, escuchar a otras.
Al mediodía, la plaza 1º de Mayo era un vergel de iniciativas y propuestas. Por un lado podía verse la Rayuela del Placer, un espacio lúdico. En todos los rincones de la plaza, muchas estaban sentadas, en sus grupos, tomando mate y charlando. Al mismo tiempo se desarrollaba el panel de feministas latinoamericanas, programado y difundido previamente, del que participaron activistas como Rocío Claro, de la Asamblea de Mujeres por la Paz, de Colombia; y Karla Lara, de Feministas en Resistencia, Honduras. Allí cantó Karla una canción que definió como un manifiesto. Habían abierto y cerrado Condenadas al Exito, un grupo de mujeres que hace canciones militantes, con letras tales como “Yo era una de esas que obedecía, no decía nada”, al ritmo de “La Bamba”.
“Estoy contenta, se pudo avanzar muchísimo en el debate del taller”, se decían entre amigas, las dos participantes del Taller de Estrategias por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Por allí iban feministas lesbianas con la leyenda “Yo soy Natalia Gaitán”, en relación con la lesbiana cordobesa asesinada por el padrastro de su novia, el 6 de marzo pasado. Cada una puso su propia consigna, su propia identidad, en juego en su atuendo. “Revolución en la calle, en la casa y en la cama”, decían algunas remeras.